Urgencias en el Hospital ‘Virgen de Altagracia’ de Manzanares, una batalla sin cuartel
El miedo se ha convertido en estrés. El estrés en cansancio. Y el cansancio en… esperanza. Sí, esperanza, Y, por qué no, en confianza. El personal de urgencias del Hospital Comarcal ‘Virgen de Altagracia’ de Manzanares ataca esta segunda ola de COVID-19 con el estoicismo de marzo. Esta película ya la han visto. Al menos, se saben el argumento. Sus armas de defensa son mejores y no les faltan los ingredientes principales: energía y audacia. Es un pequeño ejército de médicos, enfermeros, auxiliares, celadores, administrativos, personal de limpieza… Son un equipo y cada uno es imprescindible.
Radio Horizonte-La Solana ha hablado con Carmen Sánchez Tapia, médico con prosapia en este centro, y también en esta ‘guerra’ contra el enemigo invisible. La casualidad quiso que ella recibiera al primer paciente contagiado. Caía la noche del 9 de marzo. Ni siquiera se había decretado el estado de alarma. Visitación venía de Ruidera con un cuadro de fiebre, fatiga y tos. Por desgracia, la radiografía dictó sentencia: neumonía bilateral. El melón se acababa de abrir. A esa hora, nadie sabía que Alexis, compañero de Carmen en esos días, había estado de guardia el día anterior y también era positivo. Alexis y Visitación acabaron intubados en la UCI del Hospital General de Ciudad Real. Por fortuna, ambos sonríen hoy a la vida.
Marzo queda lejos. O cerca, según se mire. La vida y la muerte han pasado de la mano por esa unidad de urgencias. Una dicotomía diabólica que, se quiera o no, es inherente a un servicio sanitario de esta naturaleza. Pero el virus lo ha amplificado todo. Diez meses después, hay un déjà vu. “Es un momento de intranquilidad porque observamos más casos, aunque no comporten tanta gravedad inmediata como en la primera ola”, argumenta.
‘Virgen de Altagracia’ ha sido ejemplo de gestión. Es un hospital pequeño que atiende a una población flotante no inferior a las 50.000 personas. Ese modelo sirve ahora, más que nunca, para torear el nuevo Miura. “Desde un primer momento tuvimos planes de contingencia, que hemos reforzado en estos meses, tanto en circuitos de atención en urgencias como en hospitalización, consultas o cirugías, urgentes o programadas”. La única novedad de relieve ha sido la creación de una unidad de pacientes intermedios. Su objetivo es garantizar una asistencia más específica a un tipo concreto de enfermos Covid.
En urgencias no hay cuartel. Basta con permanecer allí un rato y fijarse un poco. No mucho. El trajín es constante. Ha aumentado la atención en los box y las derivaciones a planta. Medicina Interna tiene estos días una docena de contagiados en cama, cuando hace un par de semanas apenas eran tres o cuatro. Es la prueba del algodón. “No hay colapso, pero sí un aumento de ingresos y una preocupación creciente”, admite Carmen.
La Solana es el gran núcleo poblacional de la comarca junto a Manzanares. Un súbito y descontrolado aumento de casos ha encendido todas las alarmas. Cierre perimetral al canto. “Ha habido trasmisión comunitaria y, más allá del mazazo para la población, ha servido como herramienta de concienciación”. “Ha quedado claro que siguen muy vigentes los peligros de las tres ces: sitios cerrados, concurridos y contacto estrecho”. O sea, nos dice que en absoluto han caducado las barreras de bloqueo más comunes, y no por ello menos importantes. A saber, mascarilla, lavado de manos, distancia de seguridad...
En este sentido, pondera el papel de los rastreadores. Ellos y ellas fiscalizan los contactos estrechos y buscan aquellos casos sintomáticos o asintomáticos. “Su trabajo es sencillamente fundamental; de alguna forma dirigen la orquesta y me consta que trabajan a destajo. Creo que debería haber más teniendo en cuenta la línea creciente de contagios”.
La vacuna, el punto de inflexión
Carmen Sánchez es la coordinadora de la Red de Apoyo a las Residencias. Supervisa en su zona de influencia el Plan Estratégico de Vacunación, que ha establecido cuatro grupos prioritarios. Primero, los centros de mayores y sectores dependientes, incluido su personal sociosanitario. El resto de la población se ordenará atendiendo a parámetros que tendrán que ver con factores como la edad, la profesión, patologías de base o incluso particularidades sociodemográficas. Hay una primera fase que llegará a marzo, una segunda entre abril y junio, y una tercera en el bimestre julio-agosto.
“La vacuna debe ser un punto de inflexión; hará que el enemigo se debilite mientras encontramos un tratamiento curativo”. Está convencida de su utilidad como arma de destrucción masiva contra el virus. Castilla-La Mancha reciba 200.000 dosis que serán administradas a unas 110.000 personas, teniendo en cuenta que hacen falta dos pinchazos. El equipo de vacunación garantizará la preparación, el transporte, la administración y cualquier eventualidad.
‘Muchos abuelitos aplauden; no quieren morir de coronavirus’
Esta semana ha arrancado la ansiada campaña y Carmen fue una de las primeras en recibir la primera dosis. Conviene dar ejemplo. La llegada a las residencias ha sido todo un acontecimiento. Es como si pasara por la puerta el Santo Grial. “Algunos abuelitos incluso aplauden; saben que son los más vulnerables y están deseando ser vacunados”. “Una abuelita de cien años estaba feliz porque nos decía que no quería morir de coronavirus”. Son ellos, los mayores, quienes mejor disposición muestran. Para aquellos que se dejaron jirones de piel en pos de la sociedad que hoy gozamos, esa jeringa es una broma. Y saben que puede ser la diferencia entre seguir con los ojos abiertos o cerrarlos definitivamente. Además, el plan incluye un precepto básico: dar testimonio a las familias. “Si algo hemos aprendido es que las familias de los residentes tienen que recibir una información transparente desde el minuto cero”.
Pero hace falta paciencia. Más paciencia todavía. La llamada ‘inmunidad de rebaño’ aún tardará. Hablar de meses, o de un año, se hace un mundo para el ciudadano de a pie, y más cuando pitan bastos, y sin embargo es un suspiro en términos científicos. La receta es simple: “cuanta más gente vacunemos, menos tardaremos en llegar a esa inmunidad colectiva”. Pero Roma no se hizo en un día.
A los que dudan, información veraz
Carmen Sánchez no sale de su asombro ante lo que escucha por ahí sobre la vacuna, desde que contiene ARN de mono hasta que nos quieren convertir en monstruos. “Son barbaridades; esta vacuna lleva un ARN (Ácido Ribonucleico) sintético donde unas nanopartículas entran en el cuerpo y crean una proteína que al reconocerse como extraña activa nuestras defensas”. Es la tecnología del ‘ARN mensajero’. Y no menos importante es su autoría; “los investigadores han tenido un papel prioritario”, enfatiza. Eso sí, asume que es difícil luchar contra los frikis de turno. Mucha gente, probablemente de buena fe, compra los argumentos negacionistas. Cree que el escepticismo se basa en el desconocimiento, y la ignorancia es muy atrevida. “Animo a quien dude a recibir información veraz y oficial, y que huya de noticias desvirtuadas que nada tienen que ver con la verdadera utilidad de la vacuna”. “La vacuna es segura y fiable, punto”.
El valor de la sanidad pública
La pandemia de la Covid-19 pasará. Más tarde o más temprano, pero pasará. El enigma está en saber qué hemos aprendido. Y no solo desde el punto de vista científico, médico u organizativo. Carmen Sánchez tiene claro dónde quiere estar. “Me enorgullezco de trabajar en la sanidad pública, en un hospital como este y de ser usuaria de él”. Sin embargo, a menudo se hacen hospitales, incluso ahora, en un país sin médicos. Sin nuevos médicos. En el suyo lo han vivido. “No ha sido un problema de no querer contratar, es que no ha habido médicos para contratar”.
La génesis hay que buscarla en el sistema educativo. No entiende que en España haga falta una nota de corte tan exigente para acceder a la carrera. “Estoy seguro que estamos perdiendo muchas vocaciones por esta razón, y es especialmente grave cuando hay un gran déficit de médicos, o de enfermeros”. “Tenemos una formación vía MIR (Médico Interno Residente) de las mejores del mundo”. “Nuestras autoridades tienen que ponerse las pilas ya”.
Mientras tanto, mañana se enfundará nuevamente el EPI. Carmen y sus compañeros, que ella llama ‘su otra familia’, estarán en la primera trinchera del frente, con la bayoneta calada. No importa la fatiga. Su lema es el mismo que Dumas popularizó en Los Tres Mosqueteros. Ya escampará. Y será entonces cuando el sol ilumine las conciencias de cada cual. Ahí va nuestro aplauso, aunque no sean las ocho.