Daimiel, pieza fundamental en la confección de la primera bandera de Castilla- La Mancha
El origen de la bandera de La Mancha, la vinculación de la marquesa de Pontejos con la localidad y la transformación de los molinos, temas principales de las VII Jornadas de Historia
La cuarta ronda de las VII Jornadas de Historia sobre Daimiel continuó este viernes con el análisis de la bandera de Castilla-La Mancha. El historiador daimieleño Mariano García-Consuegra conmemoró los 40 primeros años de la comunidad manchega explicando el origen y evolución de su bandera. El objetivo de la ponencia ha sido “reflexionar sobre nuestros símbolos, que nos hacen pertenecer a la colectividad” y, por lo tanto, “entender la importancia del mancheguismo”, manifestaba el historiador.
La primera bandera de Castilla-La Mancha se creó en el Centro Regional Manchego de Madrid y se exhibió por primera vez en Daimiel en 1906. Esta insignia, dividida en cuatro partes, se eliminó con la dictadura de Primo de Rivera. García-Consuegra ha revelado que fueron las mujeres daimieleñas las que tejieron esta bandera inicial.
Años después, en 1980, se aprobó la bandera que conocemos actualmente. Un símbolo representado por el rojo carmesí de las tierras manchegas, el blanco de las órdenes militares de San Juan, Calatrava y Santiago, y, por último, el castillo como alegoría al reino de Castilla. El historiador ha señalado que la bandera daimieleña guarda semejanza con la de La Mancha.
A continuación, la historiadora Eva María Jesús, expuso la relación de la marquesa de Pontejos con la localidad y la casa de Madara. Las propiedades de Daimiel “desempeñaron un papel importante en este panorama sociopolíticode la época ilustrada”, afirmaba. Además de las posesiones dentro de la localidad, situadas en la calle Quevedo y Mínimas, Daimiel toma importancia a nivel nacional por la casa de Madara. Esta propiedad agrícola puso en práctica “las ideas liberales económicas” de la familia de Pontejos.
La historiadora recalcó la importancia de la figura femenina, en especial de la cuarta y quinta marquesa de Pontejos, en el tránsito a la contemporaneidad e ideas liberales. Asimismo, subrayaba la repercusión de esta familia, que puso en marcha “ideas teñidas de progreso y avance con Daimiel a la cabeza”, acentuó Eva María.
La cuarta ronda de las VII Jornadas de Historias celebradas en el Museo Comarcal se cerraba con la intervención de Julio Chocano sobre los molinos harineros de Daimiel durante los siglos XIX y XX. En el primer caso, relató, los molinos “eran de propiedad eclesiástica” por lo que pasaron a manos privadas y se realizaban numerosas ventas y subastas, como la del molino de Molemocho en 1854. Con la llegada de la electricidad a principios del siglo XX nacen las fábricas de harina, que “sustituirán a los antiguos molinos”, señalaba Chocano. Así, se crearon las primeras harineras industriales que utilizaron nuevos sistemas mecánicos como los cilindros. Para terminar la ponencia, el historiador indicó de la importancia de conservar los molinos harineros con los materiales originales.