Opinión y quejío sobre la Denominación de Origen Valdepeñas
Siento vergüenza ajena, además de la cuota alícuota que me corresponde, ante lo que está ocurriendo con la Denominación de Origen Valdepeñas.
Más de dos años de silencio administrativo y social de las Organizaciones Agrarias, Consejería de Agricultura y autoridades políticas de la comarca DO que representan. Decimos representan, cuando duermen la siesta, mientras el lobo fagocita las ovejas que debieran, en teoría, cuidar. Pero no. Unos con los laureles y el peso de la purpura de la reiterada elección y otros con la modorra que produce el no haber tenido elecciones sindicales en el campo por más de treinta años, crean un clima para endiosarse en su constante onanismo. Y como no ladran… seguimos cabalgando. ¡Vergüenza torera! que diría el paisano.
Nunca antes fue tan grave la situación por la que atraviesa Valdepeñas como productora de vino, con un Consejo Regulador cerrado y liquidado. Ni una sola campaña de promoción genérica para sacar a la DO del ostracismo donde se encuentra sumida. Determinados pequeños bodegueros retiran la etiqueta de Valdepeñas de sus vinos más señeros por avergonzarse de llevarla. Otros, grandes bodegueros que, sin duda serán ricos y poderosos -santos no- tampoco agarran la antorcha que tire de la causa para enderezar el rumbo de la maltrecha DO valdepeñera que les diera gloria y fama no hace tanto tiempo.
¿Será la ruina económica por la que atraviesa el sector vitivinícola, la causa de tal apatía? Darse una vuelta por nuestra campiña es constatar el arranque masivo de viñas y el poco mimo que se le presta a las que subsisten. Precios de hace veinte años para la uva y la carencia de profesionales están dando un cambio a nuestro terruño. Un cambio tan radical en su fisonomía que, de volver nuestros ancestros, no conocerían a Valdepeñas ni a la madre que la parió por las plantaciones masivas de olivos que se están produciendo en sus campos.
Ni ciudadanía, ni prensa que denuncie esta situación. Como dice aquel: Valdepeñas ya no vive del vino, pero sin el vino no puede vivir.
¿Hasta cuándo seguirá ocurriendo? Parece que algo se mueve entre bambalinas y, si apelamos al dicho: nunca será tarde si hubiera dicha.
De momento el daño es muy cuantificable.
* Paco Ortega es agricultor y ex sindicalista agrario en Valdepeñas